Os dejo con el comienzo y sobre todo con la espectacular portada que me ha realizado Alexia Jorques:
Ron Watts llevaba a
cuestas su lesión medular desde 1990 cuando en un desafortunado accidente de
automóvil en un día lluvioso por las carreteras inglesas perdió su salud, y a
su novia. Las secuelas más evidentes las podía ver cualquiera: Ron no caminaba
aunque sí tenía conservada parte de su sensibilidad de cintura para abajo, lo
que incluía lo más íntimo, más unas piernas delgadas que sufrían la distrofia
muscular por la inmovilidad de éstas.
Ron había sobrepasado
el ecuador de su vida pues ya tenía cincuenta años y llevaba más de la mitad en
aquella silla de ruedas que tanto odiaba, tanto como el clima frio y húmedo de
su Londres natal. La salud también le había menguado con los años pero no
obstante aquello conservaba un físico envidiable después del accidente así
como un carácter tímido que sin buscarlo
seducía a más de una mujer.
Aquel hombre inglés que
había dejado de ser un joven para convertirse en un adulto hacía años era una
persona insegura, frágil, y que padecía los largos meses en que el tiempo en su
país le causaba estragos en su salud emocional y física. Así que después de un
largo tiempo pensándolo, de darse cuenta que ya nada ni nadie le retenía en
Londres decidió dar un vuelco a su vida y abandonar la isla para ir a otra
mucho más cálida donde nadie le conociera.
Ron no dejaba ni pareja
ni hijos porque con los años no consiguió encauzar su vida como otros sí lo
habían hecho. Harto de dar tumbos emocionales, de pasar páginas de un libro que
parecía su biografía en la que cada capítulo dolía más que el anterior, Ron
puso rumbo a una isla en donde encontrar una estabilidad emocional y saludable
tenía nombre, se llamaba Malta.
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