miércoles, 20 de junio de 2018

7 razones para leer El informe Bernini

Buenos dias.  7 razones por las que leer El informe Bernini:
-Descubriras nuevas conspiraciones vaticanas. 
-Viajaras a Italia por poco dinero. 
-Clases de Barroco impartidas por los protagonistas. 
- La desconfianza entre estos últimos alienta al lector a investigar más.
-Descubriras nuevas formas increíbles de restaurar obras de arte.
-No podrás separar los números del arte en esta trama oscura. 
-Los medios de comunicación serán casi más importantes que las investigaciones policiales.





martes, 19 de junio de 2018

El Informe Bernini se estrena el 21 de Junio

El Informe Bernini se estrena el 21 de Junio por fin.
Una novela en la que sabremos lo que el maestro escribió en 1666, una verdad que podría aniquilar los pilares del catolicismo muy pronto. ¿Escribirá sobre arte el gran maestro? Posiblemente no. Alguien muy poderoso le contó en exclusiva unos hechos acontecidos años atrás. En la actualidad aquellas verdades vuelven a estar presentes. Pero se cobran una muerte, la del estudiante de historia del arte Mario Cimini, que fallece un día después de que la estatua El rapto de Proserpina es destruida. ¿Fue el joven quien cometió ese ataque a una obra de arte? Habrán indicios de que sí. Pero también sobre quien le mató, pues los posibles asesinos son más de uno, y eso emerge de la desconfianza que los protagonistas más cercanos al caso generan entre ellos mismos.
Por último. ¿ cuál será el secreto que Bernini revela al mundo en pleno s. XXI? Respondiendo a esta respuesta sabremos quien mató al joven Cimini...


Os dejo la sinopsis y la portada del libro. Dentro de dos días podréis encontrar el libro en amazon:





La estatua de El rapto de Proserpina es encontrada en mil pedazos destruida por unos desconocidos en la Galleria Borghese de Roma.
La Guardia di Finanza inicia las primeras averiguaciones ayudada también por la historiadora del arte Adriana Rizzo. Un día después es encontrado muerto Mario Cimini, antiguo alumno de la profesora. En la tesis doctoral de este último diversas palabras son encontradas subrayadas en rojo, todas ellas conciden por su orden con la serie numérica de Fibonacci, menos una: la 233 que sigue en negro. Días  después descubren que ese mismo número permite abrir las puertas de la Galeria Borghese cada 89 horas. 
El comisario Carlo Marini, pareja de la historiadora, descubre también que en la 'nube' informática de Mario éste acusa a Adriana y cuenta que se siente perseguido en los últimos días. Mientras, desde una web protestante señalan al Vaticano de estar detrás de la muerte del joven y otros actos delictivos. A su vez un personaje siniestro apodado El Principe aglutina tanto a la comunidad protestante en Roma como a un reducto grupo de esbirros que trabajan para él con objetivos nada claros. 
Adriana será investigada por los Carabinieri, y ella misma desconfiará de la madre de Mario y después del padre: un importante periodista de la Rai. 
Pasan los dias y la única pista que se sostiene es la vaticana. ¿Porqué y a quién beneficia esto? Mientras, un legado escrito por Gian Lorenzo Bernini está a punto de revelarse al mundo, el mismo artista que esculpió El rapto de Proserpina.






jueves, 22 de febrero de 2018

El Informe B******

Os dejo el inicio de mi nueva novela que estoy escribiendo...El Informe B****** #Arte #Vaticano #Crímenes


Las sospechas se acrecentaron cuando el director aminoró la marcha y prácticamente se paró frente a la entrada de la sala.  Un escalofrío electrizante recorrió la espalda de Adriana por un segundo: conocía muy bien que obra maestra se mostraba allí al público todos los días.
<<¡No puede ser!>> , pensó antes de ver nada. Un segundo después ya estaba entrando en la sala y su asombro fue mayúsculo. Creyó por un momento que pudiera tratarse de un robo pero pudo ver un amasijo de piedra alrededor del pedestal de una obra maestra de la historia: El rapto de Proserpina, de Gian Lorenzo Bernini.
Adriana no lo pudo evitar. Estalló en un llanto desconsolado e histérico mientras encogía su cuerpo como si hubiese sido víctima de un problema intestinal.
-¡Dios mío no puede ser! –oyeron los demás con dificultad mientras la voz se le mezclaba con un lloriqueo que pudieron sentir como propio el resto de personas allí.
Adriana acabó casi arrastrándose hasta el centro de la sala, obviando la belleza de la misma y refugiándose solamente en su súbito dolor, como si acabara de perder un familiar. El rostro inexpresivo del directivo seguía igual: escrutando las caras de los demás y cuidando mucho lo que debía decirles.
La historiadora recogió un pedazo de piedra de la escultura que había quedado fuera de la zona delimitada por la Guardia di Finanza. Por unos minutos Adriana no parecía la misma, estaba desconectada del resto de personas allí y su mente pareció vaciarse de cordura y llenarse solo de pena. Mientras, el capitán hablaba calmadamente y en voz baja con el director.
Los otros tres integrantes de aquel cuerpo policial tomaban fotos, como si de un crimen se tratase, y por momentos esa sensación era la que pululaba en el ambiente, especialmente para Adriana que no podía entender como alguien había destrozado aquella estatua barroca. Pasaron unos minutos y ella fue recobrando la calma pero el dolor de la perdida continuaba. Fue entonces que sus bellos ojos negros y almendrados pudieron ampliar su campo visual. Fue así como descubrió a aquellos policías y no tuvo la necesidad de acercarse a ellos pues el capitán fue a su lado.
-Buenas noches. Soy el capitán Francesco De Angelis, de la Guardia di Finanza –dijo cortésmente.
-¿La Guardia di Finanza? ¿Ustedes no se ocupan de otros asuntos menos relevantes que el arte? –dijo en tono grosero y despectivo como si el arte fuese lo máximo.
-También nos podemos encargar de delitos como éste, es decir, contra el patrimonio público o asuntos económicos
-¿Cree que esto es cosa de economía? –dijo soltando toda la rabia que el momento había concentrado en ella.
-No señorita. Pero en mis primeras averiguaciones, y cuando digo eso es porque se lo acabo de preguntar al director…sé ya con certeza que la estatua en cuestión tenía una póliza de seguro por valor de quince millones de euros.
-¿Está diciendo de manera velada que el museo ha destruido la estatua para  cobrar la prima del seguro? –y por un segundo los ojos bellos de Adriana parecieron peligrosos e inquisitoriales.
-Señorita. No imagina lo que algunos pueden hacer por dinero. Y nosotros somos unos especialistas en delitos fiscales y económicos.

-¡Pero se trata de arte! ¡No sea zopenco! –Adriana no parecía Adriana- ¡Seguro que no conoce la obra que acaban de destruir!