Os dejo el inicio de mi nueva novela que estoy escribiendo...El Informe B****** #Arte #Vaticano #Crímenes
Las sospechas se
acrecentaron cuando el director aminoró la marcha y prácticamente se paró
frente a la entrada de la sala. Un
escalofrío electrizante recorrió la espalda de Adriana por un segundo: conocía
muy bien que obra maestra se mostraba allí al público todos los días.
<<¡No puede
ser!>> , pensó antes de ver nada. Un segundo después ya estaba entrando
en la sala y su asombro fue mayúsculo. Creyó por un momento que pudiera
tratarse de un robo pero pudo ver un amasijo de piedra alrededor del pedestal
de una obra maestra de la historia: El rapto de Proserpina, de Gian Lorenzo
Bernini.
Adriana no lo pudo
evitar. Estalló en un llanto desconsolado e histérico mientras encogía su
cuerpo como si hubiese sido víctima de un problema intestinal.
-¡Dios mío no puede
ser! –oyeron los demás con dificultad mientras la voz se le mezclaba con un
lloriqueo que pudieron sentir como propio el resto de personas allí.
Adriana acabó casi
arrastrándose hasta el centro de la sala, obviando la belleza de la misma y
refugiándose solamente en su súbito dolor, como si acabara de perder un
familiar. El rostro inexpresivo del directivo seguía igual: escrutando las
caras de los demás y cuidando mucho lo que debía decirles.
La historiadora recogió
un pedazo de piedra de la escultura que había quedado fuera de la zona delimitada
por la Guardia di Finanza. Por unos minutos Adriana no parecía la misma, estaba
desconectada del resto de personas allí y su mente pareció vaciarse de cordura
y llenarse solo de pena. Mientras, el capitán hablaba calmadamente y en voz
baja con el director.
Los otros tres
integrantes de aquel cuerpo policial tomaban fotos, como si de un crimen se
tratase, y por momentos esa sensación era la que pululaba en el ambiente,
especialmente para Adriana que no podía entender como alguien había destrozado
aquella estatua barroca. Pasaron unos minutos y ella fue recobrando la calma
pero el dolor de la perdida continuaba. Fue entonces que sus bellos ojos negros
y almendrados pudieron ampliar su campo visual. Fue así como descubrió a
aquellos policías y no tuvo la necesidad de acercarse a ellos pues el capitán
fue a su lado.
-Buenas noches. Soy el
capitán Francesco De Angelis, de la Guardia
di Finanza –dijo cortésmente.
-¿La Guardia di
Finanza? ¿Ustedes no se ocupan de otros asuntos menos relevantes que el arte?
–dijo en tono grosero y despectivo como si el arte fuese lo máximo.
-También nos podemos
encargar de delitos como éste, es decir, contra el patrimonio público o asuntos
económicos
-¿Cree que esto es cosa
de economía? –dijo soltando toda la rabia que el momento había concentrado en
ella.
-No señorita. Pero en
mis primeras averiguaciones, y cuando digo eso es porque se lo acabo de
preguntar al director…sé ya con certeza que la estatua en cuestión tenía una
póliza de seguro por valor de quince millones de euros.
-¿Está diciendo de
manera velada que el museo ha destruido la estatua para cobrar la prima del seguro? –y por un segundo
los ojos bellos de Adriana parecieron peligrosos e inquisitoriales.
-Señorita. No imagina
lo que algunos pueden hacer por dinero. Y nosotros somos unos especialistas en
delitos fiscales y económicos.
-¡Pero se trata de
arte! ¡No sea zopenco! –Adriana no parecía Adriana- ¡Seguro que no conoce la
obra que acaban de destruir!