De nuevo hemos viajado en el tiempo para encontrar maestros universales del Barroco, y esta vez fuimos a ver a Caravaggio.
El DE-GR-2017 nos transportó hasta La Valeta (Malta) en 1608. Dimos una vuelta por esta nueva ciudad creada para y por los Caballeros de San Juan de Malta. Luego instintivamente fuimos a la Catedral de San Juan porque también teníamos curiosidad de ver como era en aquellos tiempos.
Nos adentramos en este templo del Barroco y nos pareció casi igual que en una visita nuestra en el S. XXI.
Vimos capillas dedicadas a diferentes órdenes y profusión en la decoración, con predilección por los detalles en oro que recargaban en su beneficio aquel templo único.
Mi compañero al no ver a nadie en su interior propuso que fuéramos al oratorio pues recordaba que de donde veníamos él había visto expuesta una obra de Caravaggio allí mismo.
Y así fue: Nada más entrar en aquel recinto vimos a un hombre colgado de una escalera ultimando los retoques de una obra definitiva para el arte universal: La decapitación de San Juan Bautista.
-¿Es usted Michelangelo Caravaggio? -dijo mi compañero.
-¿Quién lo pregunta? ¿Son ustedes mercenarios del Gran Maestre?
-No. Somo viajeros en el tiempo. Hemos venido a advertirle de las cosas nefastas que le pueden seguir ocurriendo si no contiene ese carácter temperamental que le llevará a la ruina.
-¡Malditos mequetrefes! -dijo en tono de intimidación.
-No se alarme -dije yo para calmarlo-, como viajeros del futuro sabemos que Alof de Wignacourt, el Gran Maestre, le nombrará a usted caballero de la orden en los próximos meses. Pero también hay algo peor: si no se evita acabará usted en una nueva trifulca que le llevará preso al Castillo de Sant Angelo, eso sucederá el 18 de agosto de este año en curso.
-¡¿Pero que tipos endemoniados son ustedes que dicen venir del futuro y saber que me ocurrirá en este 1608?! -dijo mientras su cólera aumentaba.
-Por la misma razón que sabemos que una exposición llamada: Caravaggio y los pintores del norte se está celebrando en Madrid en 2016 -apostilló mi compañero.
-¡Váyanse de aquí bellacos! ¿ven lo que estoy pintando? Así acabarán si no se marchan y dejan de decir sandeces -exclamó mientras bajaba de la escalera y sacaba un puñal de debajo de sus ropas.
-Vámonos -dijo mi compañero-, éste quiere que acabemos como San Juan Bautista, ¡Decapitados!
Salimos por patas mientras nos perseguía por el oratorio y luego por la entrada de la Catedral. Después de mucho correr conseguimos darle esquinazo sin estar arrepentidos de querer cambiar el futuro de Caravaggio en 1608, cosa que realmente solo interesaba al administrador principal de este blog desde donde os contamos esta historia increíble...
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